Querida Milena, la cotidianeidad me traga y también el tiempo de tu ausencia avanza inexorablemente.
Nos queda la imagen y el sonido de tu sonrisa eterna que ilumina nuestro caminar.
Además nos queda el imborrable quehacer que en tu breve paso junto a nosotros supiste manejar con valores trascendentes . Quiera Dios que esto nos impulse a seguir tu ejemplo y a no desmayar en el intento.
Un beso donquiera que te encuentres.
Sabremos mantener vivo tu recuerdo.
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