Querida Milena: el tiempo sigue transcurriendo pese a tu ausencia. Al revisar el calendario para fijar los días de tu partida, observo que implacablemente, el tiempo demuestra esta cruda verdad.
Siento que faltas en todos los espacios que hiciste tuyos: con tu madre, hermanos, tu hijo Ignacio y todos quienes te aprendimos a querer por lo que tú nos enseñaste acerca del afecto.
El cariño continúa, sin embargo debe diferirse hacia una dimensión cada vez más cuestionable.
La fe nos indica que tú has de estar junto a Dios, gozando del descanso eterno, pero la humana condición desprovista de ropajes espirituales reclama por tu ausencia.
¿Cuál es la condición que prima sobre la otra?
¿Cuál es la verdad?
Sólo vemos que te prolongas en tu hijo Ignacio, al que proteges y cuidas como si permanecieras aún, físicamente entre nosotros y siento que todo lo que hiciste tuvo un sentido: dejar una huella indeleble en el corazón de todos nostros.
Querida Milena: aprendimos a respetarte, quererte y este afecto permanecerá más allá de las barreras físicas.
Vaya un beso afectuoso donde quiera que te encuentres, lugar al que ahora no podemos acceder.
Tu Miss Chely.
11 de noviembre de 2007.
Deja un comentario