Santiago, enero 20 de 2008.
“Recuerde el alma dormida, avive el seso y despierte contemplando cómo se pasa la vida, cómo se viene la muerte tan callando, cuán presto se va el placer, cómo, después de acordado, da dolor; cómo, a nuestro parecer, cualquiera tiempo pasado fue mejor”.
Lo siento, invoqué las Coplas de Jorge Manrique porque siento que el tiempo pasado fue mejor.
Razones:
Varias, entre otras, estaban los que ahora ya partieron, aquellos que ahora echan al vuelo sus recuerdos, antes los proyectaban, amasaban y constituían una poderosa fuente de sabiduría para compartirla, las ilusiones aún no se truncaban al constatar que todo es finito.
La fugacidad del tiempo, lo transitorio de la existencia y la fragilidad de la vida y del ser humano.
¿Y los sentimientos de quienes permanecemos qué?
Oscilan entre la alegría por lo compartido, la memoria viva, pese a los arteros ataques de las aflicciones sufridas, ya que existieron; y el dolor por las pérdidas.
¿Cuáles: las pequeñas, diarias, cotidianas y las eternas.
Valoremos la trascendencia de los afectos y el mantener la memoria, el recuerdo de los que amamos.
¿Y qué de la trascendencia del alma, del espíritu, de la esencia?
He allí una dolorosa lucha de fe, creencia, razón y nuevamente sentimientos, en la que ciertamente no ayuda Dios:
agnosticismo.
(De agnóstico).
1. m. Actitud filosófica que declara inaccesible al entendimiento humano todo conocimiento de lo divino y de lo que trasciende la experiencia.
Real Academia Española ©
Un recuerdo emocionado para nuestra querida Milena, el inolvidable primo Jorge, y también para los que no registro aquí, pero permanecen en nuestros corazones. Una imagen del recuerdo:
Actualizado el 23 de febrero de 2008 cuando el almanaque continúa avanzando, pese a los pesares.
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